Ángulos

Mostrar mucho, hacer poco


Manuela Cardozo

Mostrar mucho, hacer poco

La cuestión feminista no es algo de apariencias, es una cuestión de tomar acción o no. Algo que entendí al examinar mi forma de ser feminista: tarea que me llevó a ver que todo se reduce un poco a Instagram, o Tik Tok si se quiere. Toda una lucha política resumida en una foto posando con la pañoleta verde o una pancarta ingeniosa. El feminismo no se debería definir sólo por cómo nos vemos en una historia de Instagram, más bien debería ser representado por lo que hacemos cuando no hay tantos ojos que nos miran. De pronto, hay que dejar las fotos del feed para las mascotas o las vacaciones, no para las luchas políticas.

Vivimos en una época obsesionada por las apariencias donde usar cierta marca de jeans o perfume nos define políticamente. De ahí que tengamos una idea muy encasillada sobre cómo se ve una feminista: una mujer trabajadora que sale todos los 8M, tiene una pañoleta morada en su casa y fotos de marchas colgadas por redes. Como mujer que defiende los valores feministas, pero que no siempre encaja dentro de esta idea caricaturizada de política, encuentro curioso que la lucha de muchas se reduzca a una imagen en redes sociales: a una foto con la pañoleta y un cartel, acompañado con alguna cita de una autora renombrada.

Estamos buscando pintar un paisaje con menos de la mitad de los colores de una paleta, soló para preguntarnos por qué este no tiene sentido; por qué la pradera parece un jardín. El problema es que en ese jardín de caricaturas hay mujeres que, de pronto, no cabemos. Por más que defienda valores feministas nunca voy a ser parte de esta forma de identidad, porque la marcha me da ansiedad y mi Instagram, a veces, está vacío. Y no soy la única. Muchas mujeres no se sienten parte del movimiento porque no encajan dentro del molde del cuadro.

Hace un tiempo, hablando con una amiga de las comunidades negras de Mistrató, noté cómo muchas formas de lucha se quedan fuera del cuadro. Escucharla hablar fue darme cuenta cómo se le dificultaba enunciarse como feminista porque su forma de hacer feminismo se ve excluida.

Parece como si la forma principal de lucha fuera, en su mayoría, las fotos y las redes. Hay luchas en redes, de comunidades específicas, que pueden explicar cosas, dar a entender ciertos conceptos o movilizar algunas acciones, pero nunca es algo colectivo que cambie el panorama total y acabe con la discriminación.

Según la alcaldía de Bogotá en 2023 acudieron 4.000 personas a las marchas del 8M en Bogotá; en 2024 fueron 6.000. Esto lo acompaña un índice de presencia en redes cada vez más grande. Y sin embargo los índices de discriminación, feminicidio y abuso van en aumento.

Las fotos no bastan, la acción debe ser concreta y sostenida más allá del mismo grupo de mujeres. Necesitamos más personas que tomen acción a diario, cuando ven, por ejemplo, que una persona es acosada en el Transmilenio. No se puede quedar en la foto. Para erradicar el machismo y la discriminación no hay que ser únicamente una mujer feminista, o verse como creemos que se vería una feminista, necesitamos de todos: todo el cuadro.

Nos creímos el cuento y comimos entero. Hemos llegado a pensar que una sola foto en una Red Social puede erradicar la discriminación sexual. Una foto que, además, la ven únicamente personas dentro de nuestra burbuja virtual. Personas que ya piensan como nosotros. Más aún, nos hundimos al pensar que aquellos que no suben las mismas fotos, o no se ven como nosotros, no comparten el mismo deseo. Ahora bien, esto no es para decir que una foto no puede crear nuevos mundos, sin embargo, ¿puede hacerlo sola? ¿Puede una autora cambiarlo todo desde una cámara de un celular?

Pero no me tienen por qué creer a mi, una estudiante ansiosa y con miedo a dinamitar un movimiento imprescindible en una columna de 600 palabras. Créanle a bell hooks y Wynters que desde hace mucho vaticinaron los riesgos de volver la lucha imagen, la meta un laberinto y la política una estética.

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