Angulo: La familia detrás de la sotana - Directo BC
La familia detrás de la sotana
La familia detrás de la sotana
Por: Paula Sofía Rodríguez Bolívar
"Ser hija de un sacerdote, me ha llevado a crecer en las sombras. A desconfiar de todas las personas a las que conozco, he sentido que me tengo que esconder por temor a que me descubran. Siento que en cualquier momento me pueden juzgar."
Tal vez la cuestión no sea de culpas, sino de la misma estructura que ha dominado una narrativa por años. No solamente un discurso ha sido permeado por el dictamen de “escóndete” “no salgas” “no dejes que vean” “miente sobre tu papá”. Si no también, existe de fondo un comportamiento social de exclusión hacia los hijos de los sacerdotes, porque son algo que está mal, que es pecado, que se debe rechazar por el mismo hecho de que no es lo correcto. Imagínense crecer con este pensamiento y que la familia respalde en muchas ocasiones ese ocultamiento.
En la mayoría de los casos no tenemos que recurrir a instituciones inalcanzables para darnos cuenta de quién está regando el chisme sobre los hijos del pecado que viven entre nosotros. Basta con ir a charlar con la señora de la tienda de ángeles, el todero de la parroquia del barrio, las señoras que visten los santos, los clubs de rezos que comparten una cita cada domingo bien temprano, los curas, las vecinas que les encanta mirar por la ventana en busca de entretenimiento y muchos otros que dicen ser parte de una iglesia con tanta devoción. Todos unos cobardes que olvidan el amor al prójimo a la hora de opinar sobre la vida ajena y en los casos más graves llevar a cabo amenazas y delinquir en contra de la familia pecadora.
Por otro lado, a niveles más macro, el derecho canónico y la norma del celibato, prohíben al sacerdote tener una familia. Pero ¿no es esto incoherente? si son los mismos curas, los que opinan con más fervor sobre los problemas maritales y los que aconsejan a los hijos desobedientes y descarriados. Es decir, expertos en ética que pueden ir al infierno si se atreven a engendrar.
La iglesia promulga una noción de manada moral, un constructo de familia, que tiene sus bases en tradicionalismos poco incluyentes. Pero es la familia de la iglesia, la que más ha fallado a largo de los años. Así que, ¿la renuncia del sacerdote es la solución? Pienso que el expuesto hijo se quedaría sin un sustento económico y pasaría a ser parte de una sociedad que vive el desempleo e insatisfacción general de no haber cumplido con sus pasiones.
La iglesia ha pasado de ser un espacio de refugio espiritual a un lugar de escándalos y chismes. Todas estas confusiones logran manifestar un maltrato hacia estos niños que no tienen la culpa. Los hijos de los sacerdotes no son un objeto invisible del cual se puede hablar. Ellos también sienten las miradas, oyen los cuchicheos que no les dicen, pero del cual son juzgados.
Nadie merece ser habitante eterno del secreto, este ni siquiera debería existir. Su presencia es la prueba de que la vida siempre encuentra caminos para surgir, aún en los lugares más prohibidos. Así que, alzando la voz de una persona que vive en el secreto, les digo que es necesario que aprendamos a pensar distinto, a aceptar que todos podernos pertenecer, y un día, cuando estemos listos, saldremos a la luz libres y no condenados.

