Ángulos

Somos la generación que todo le duele


Mariana Vargas

Columna de opinión

Mariana Vargas

 

Somos la generación que todo le duele

No fue por un ex. Fue por una despedida que nadie vio venir, la pantalla se apagó, la serie terminó, y de pronto me sentí sola. Como si algo, aunque ficticio, hubiera sido real durante un tiempo, alejándome de mi realidad. ¿No es raro cómo duelen esas cosas? Lo que se acaba sin romperse. Lo que no tiene nombre, pero deja vacío. Descubrí que la tusa no siempre llega por amor... a veces se esconde en los finales chiquitos que no sabemos cómo soltar.

Debo admitir que he sentido tusa muchas veces a mis cortos 21 años, y la mayoría no tienen nombre propio. Me dio cuando terminó el concierto de Karol G, porque no es solo música: es una burbuja de felicidad que suspende la realidad por unas cuantas horas. Pero de repente se acaba, y te deja sola con el eco. Algo parecido sucede con las historias que nos atrapan, como los libros. No es solo una historia que llega a su fin, es ese vacío de ya no poder imaginar más, de despedirme de los personajes que solo existían en mi cabeza. Y no hablemos de Grey’s Anatomy... siempre hay algo que me rompe, sin importar cuántas veces la vea. Es que uno se enamora de las historias, de la gente, de los finales que no quiere aceptar. Incluso lo que no vivimos puede doler, como ese concierto al que no fuimos, o esa historia que vimos en redes y nos hizo sentir lejos. El FOMO (Fear of Missing Out) no siempre se nota, pero ahí está, como una tusa silenciosa por lo que nunca pasó.

Somos una generación que siente rápido, que se entrega sin filtros y que convierte lo cotidiano en algo especial. Nos aferramos a los momentos como si fueran irrepetibles, y tal vez por eso, cuando se acaban, duelen como si nos quitaran algo vital. La autora Brené Brown, investigadora y experta en emociones, dice que “la vulnerabilidad es el mayor acto de valentía”, y tal vez eso somos, valientes sin darnos cuenta. Lloramos por personajes que no existen, revivimos escenas de un concierto como si aún estuviéramos ahí, y hacemos scroll en redes buscando algo que nos devuelva lo que ya pasó. A veces nos critican por “sentir demasiado”, pero ¿qué otra forma hay de vivir, si no es así, intensamente? Amamos sin medida, aunque sepamos que va a doler. Y aun así, lo seguimos haciendo.

Quizá la tusa de hoy no se escribe con nombres, sino con recuerdos. Con lo que nos hizo latir el pecho más rápido y, después, nos dejó en silencio. Hay despedidas que no se anuncian, solo llegan. Y ahí estamos nosotros, tratando de sostener lo intangible de las emociones e incluso el apego. A veces ni sabemos por qué duele, pero duele. Y esa es, tal vez, la forma más pura de saber que algo nos tocó de verdad.

🎨 Zona de Configuración de Estilos