Angulo: ¿Familia es familia? - Directo BC
¿Familia es familia?
Columna de opinión
¿Familia es familia?
"Familia es familia, la familia se respeta, la familia va primero", llevo escuchando estas frases toda mi vida. Recitadas de manera reiterativa como un rezo que se impregna en lo más profundo de mi subconsciente, una prédica de lo que es correcto e inquebrantable. Yo pienso que esto es una mierda y que debe cambiar.
Colombia, país donde el concepto de familia se ha blindado desde la cultura y se ha protegido desde la ley. La Constitución de 1991 la define como el núcleo fundamental de la sociedad, y leyes como la 1361 de 2009 la ensalzan como institución esencial para el desarrollo integral de las personas. Nos lo repiten desde la infancia: la familia es sagrada. Se preserva a toda costa, incluso cuando se convierte en un infierno de maltrato, violencia o manipulación. Pero ¿por qué debería sostenerse algo solo por su nombre? Si no hay respeto, ni cuidado, ni amor, eso no es familia.
Una vez, una amiga me hablo de algo que me acompaña hasta hoy y con su consentimiento y el respeto que se merece voy a contar. Se llama Camila Linares. Tenía doce años cuando fue violada por su tío. Pasó un fin de semana en casa de su abuela, donde vivían varios tíos. Sus papás estaban de viaje. Aquella noche, su tío le ofreció una taza de chocolate y se sentó en su cama como si nada. Empezó a hacerle preguntas disfrazadas de charla: si tenía novio, si había visto porno, si se había tocado. Camila, ingenua y confiada, respondió sin entender la gravedad. Horas después, él regresó al cuarto. Le susurró que quería mostrarle lo que habían hablado. La tocó mientras ella fingía dormir. No gritó, no reaccionó. Se congeló. Esperó que todo terminara.
Pasaron los meses. Camila calló por miedo, por culpa, por vergüenza. Hasta que en terapia se atrevió a contar lo que había vivido. Su psicóloga habló con sus padres. Sus padres enfrentaron al tío. Él lo negó todo. El resto de la familia también: la abuela, los demás tíos. Todos la llamaron mentirosa. Dijeron que esas cosas no se dicen de un familiar. Que la familia es la familia. Que esa acusación podía destruirlos. Y claro, la destruyeron a ella. La denuncia se perdió entre papeles. Y lo que quedó fue el silencio. Camila, a los doce, aprendió que decir la verdad no siempre trae justicia, y que la familia puede ser el lugar donde también se entierra la dignidad.
Como Camila, hay miles. Solo en 2023, según Medicina Legal, se reportaron más de 14.000 casos de violencia sexual contra niños, niñas y adolescentes en Colombia. El 85% de los agresores eran personas cercanas: padres, tíos, abuelos, primos. Ese mismo año, se registraron más de 69.000 casos de violencia intrafamiliar. La cifra no para de crecer. Y eso sin contar los que nunca hablan. Los que siguen compartiendo la mesa con su agresor. Los que se ven obligados a sonreírle a quien los marcó de por vida. Todo en nombre de esa institución sagrada que hay que defender a toda costa. Todo por no romper la ilusión de la familia perfecta.
Por todo esto digo, sin miedo y con rabia, que esa idea romántica y sacrosanta de la familia, perdón si se molestan con la expresión, pero, me parece una mierda. Porque no todo lazo de sangre es un lazo de amor. Porque la familia no siempre cuida, no siempre protege, no siempre ama. Y porque seguir repitiendo frases como “la familia es la familia” solo sirve para encubrir abusos, callar víctimas y perpetuar el miedo. Hay que dejar de rendirle culto a una institución solo por costumbre, por apariencia o por miedo al qué dirán. No debemos nada a quien nos ha hecho daño, así comparta nuestro apellido. La verdadera familia es la que cuida, respeta y acompaña. Lo demás, por muy “familiar” que sea, no merece ni lealtad, ni silencio, ni perdón. Por: Gabriela Vargas García.

