Algoritmos y burbujas de informacion - Directo BC
Algoritmos y burbujas de información: el filtro digital de la realidad
Por Juanita Gómez, Federico Mejía, Paula Santamaría y Samuel Martínez
Expertos advierten que la relación entre usuarios, algoritmos y datos en las plataformas digitales exige una ciudadanía más crítica y educada para garantizar la democratización de la información.
Interactuar en una red social parece una acción trivial, pero detrás de esa acción opera un sistema matemático que determina qué vemos y qué ignoramos. En este contexto, los algoritmos han dejado de ser fórmulas invisibles para convertirse en mediadores centrales de la vida social. No se limitan a predecir preferencias; configuran la manera en la que accedemos a la información, la cultura y la política. Lo que aparece en pantalla no es casual, es el resultado de mecanismos opacos diseñados para competir por nuestra atención y traducirla en ganancias. Sobre estas dinámicas -y sus implicaciones en la construcción de una ciudadanía crítica frente a los medios digitales- se reflexionará durante la Semana de la Alfabetización Mediática e Informacional (AMI) que organiza la UNESCO en Cartagena, del 21 al 24 de octubre de 2025.
La magnitud del fenómeno se evidencia en las cifras, de acuerdo con el Digital News Report 2025, el 65% de los jóvenes entre 18 y 24 años se informa principalmente a través de redes sociales, mientras que, de los mayores de 55 años, solo el 20% prefiere los medios tradicionales. Ese consumo digital evidencia que los algoritmos se han convertido en el principal filtro informativo de toda una generación.
Ante este escenario, la alfabetización mediática e informacional se convierte en una condición y necesidad democrática, no es solo un lujo académico. Comprender cómo operan estos sistemas, reconocer sus implicaciones y desarrollar estrategias para recuperar la agencia es indispensable si queremos ciudadanos capaces de cuestionar lo que consumen y de ampliar el horizonte informativo más allá de los límites impuestos por el algoritmo. La pregunta que queda en el aire es urgente: ¿quién decide realmente lo que sabemos del mundo, nosotros o un puñado de plataformas privadas que filtran la realidad a su conveniencia?
¿Cómo se crean las burbujas de información?
La lógica de la personalización no solo organiza el contenido digital, también delimita lo que podemos conocer y ver en diversas plataformas. En un intento por tratar de entender las implicaciones de estos fenómenos en la generación Z, en un sondeo, 20 estudiantes universitarios reconocieron que casi todo lo que consumen en redes coincide con sus gustos previos. Esa coincidencia resulta cómoda, pero termina limitando el consumo únicamente a ciertos contenidos; pocas veces se encuentra información nueva o distinta. El testimonio de los jóvenes también coincide con una tendencia global. Una encuesta de Ipsos en 27 países reveló que 65% de las personas cree que los demás viven en burbujas informativas, aunque solo un 34% admite estar dentro de una.
¿Cómo se consolidan esas burbujas? En la red social TikTok, unas pocas interacciones con las publicaciones bastan para que el feed (el flujo de contenido) se vuelva monotemático. En YouTube, las ‘recomendaciones’ encadenan al usuario a contenidos más extremos. Y aunque no todos terminan en radicalización, los algoritmos sí funcionan como catalizadores: intensifican lo que ya existe. Carlos Barreneche, doctor en Medios y Comunicación de la Universidad de Westminster, lo explica así: “los algoritmos actúan como un espejo que refleja nuestro pasado digital y proyecta un futuro restringido por esas mismas huellas”.
Ese espejo no es ninguna novedad. Como recuerda el experto, -quien también dirige el doctorado en Comunicación, Lenguajes e Información de la Universidad Javeriana- antes también operaban estas burbujas y existían estos filtros: por ejemplo, familias que veían siempre el mismo noticiero o escuchaban la misma emisora. Ahora bien, la diferencia actual está en la escala y en la falta de transparencia. Antes conocíamos quién elegía la información. Hoy, el criterio es oculto y responde a una meta simple y permanente: maximizar el engagement (la fidelidad que hace referencia al grado de interacción que tienen los usuarios o los seguidores con el contenido).
La visibilidad se impone sobre la autenticidad
La personalización algorítmica también impacta a quienes crean contenido. Juliana Restrepo, creadora de contenido digital, confiesa que el éxito en este trabajo es un azar: “a veces un video se vuelve viral sin razón alguna y otras veces simplemente pasa desapercibido”. Esa incertidumbre condiciona a Restrepo a seguir las reglas del algoritmo: crear contenido con audios en tendencia, hacer coreografías mundialmente vistas, publicar frecuentemente y elegir temas que generen el famoso clic. La autenticidad queda subordinada a la visibilidad.
De esta manera, este fenómeno se constituye de modo estructural y no individual. Safiya Noble, profesora de la Universidad de California, explica que los algoritmos no son neutrales, en realidad son un fenómeno que va más allá de las decisiones individuales. Estos clasifican a los usuarios y creadores, priorizando lo que genera interacción y reproducción. Noble explica que, a su vez, este proceso maximiza sesgos sociales. El resultado es una cultura más uniforme, con menos espacio para innovar y mayor presión por ajustarse a lo que el sistema considera rentable.
¿Regular, resistir o domesticar al algoritmo?
Desde el campo jurídico, la discusión se centra en la opacidad. Para Nicolás Almeyda -abogado especialista en derecho de telecomunicaciones y docente en la Universidad Externado de Colombia-, el problema no radica únicamente en que el código sea secreto; por el contrario, consiste en “que los usuarios aceptan términos y condiciones sin dimensionar el valor de los datos que entregan”. Almeyda menciona el caso de Cambridge Analytica, el cual mostró cómo esa información se puede usar con fines políticos de gran escala. “Sin educación digital, seguiremos alimentando voluntariamente el motor del negocio algorítmico”, advierte el abogado.
En algunos países se han adelantado regulaciones para crear espacios más seguros, responsables y transparentes en las plataformas digitales. Una de ellas es la ‘Digital Services Act’ (DSA), la cual establece un alto estándar global para la regulación de servicios digitales en la Unión Europea. Bajo esta norma, se protegen los derechos fundamentales de los usuarios, como la libertad de expresión y la privacidad. Asimismo, su objetivo es establecer reglas para todos los servicios; que las plataformas digitales sean más responsables frente a los contenidos; que garanticen procesos claros de transparencia y rendición de cuentas, y que promuevan la competencia y la innovación.
Por el contrario, en Colombia, la regulación se limita a la protección de datos personales. Esa brecha deja a los ciudadanos con pocas herramientas para exigirles transparencia a las plataformas digitales. Ante esa realidad, el experto Carlos Barreneche insiste en la alfabetización algorítmica como vía para recuperar agencia: “entender cómo funcionan los filtros es el primer paso para poder domesticarlos”.
Aunque pueda parecer una batalla desigual, no todo está perdido. Tanto los testimonios de usuarios, como la experiencia de los creadores de contenido, muestran que el modo en el que interactuamos modifica los resultados; por lo tanto, es posible diversificar las fuentes, usar controles de personalización y entrenar el feed con nuevos intereses. “Los algoritmos domesticados son posibles”, dice Barreneche, “el problema es que seguimos actuando como consumidores pasivos”.
El debate sobre los algoritmos es, en el fondo, un debate sobre el poder cultural y democrático en la era digital. Son ellos quienes organizan nuestra dieta informativa y, con ella, los marcos de lo que imaginamos posible. Entender sus mecanismos y cuestionar sus efectos no es tarea exclusiva de expertos: es una responsabilidad ciudadana.
Con cifras que muestran cómo los jóvenes se informan casi exclusivamente en redes, con creadores que reconocen la presión de adaptarse a la lógica algorítmica, y con ciudadanos que aceptan condiciones sin leer la letra pequeña, el panorama exige acción. Regular, educar y crear alternativas son tres frentes que no pueden esperar. De lo contrario, corremos el riesgo de vivir en una burbuja hecha a la medida del mercado, en lugar de en un espacio digital que promueva pluralidad, deliberación y democracia.
Referencias:
Gillespie, T. (2014). The relevance of algorithms. In T. Gillespie, P. J. Boczkowski & K. A. Foot (Eds.), Media technologies: Essays on communication, materiality, and society. MIT Press.
Huszár, F. et al. (2024). Algorithmic versus chronological timelines: impacts on news exposure.
Pariser, E. (2011). The Filter Bubble: What the Internet Is Hiding from You. Penguin Press.
Noble, S. U. (2018). Algorithms of Oppression: How Search Engines Reinforce Racism. NYU Press.
Jenkins, H. (2006). Convergence Culture: Where Old and New Media Collide. NYU Press.

